LOS ESCANERES CORPORALES
Un joven nigeriano, Umar Farouk Abdulmutallab, que no pudo controlar sus esfínteres, humedeció y no logró detonar los explosivos que llevaba adheridos a su ropa interior, a bordo de un avión que había partido de Ámsterdam hacia Detroit, conmovió al mundo entero en la Navidad del 2009.
Se comprobó que los detectores de metales empleados hoy para controlar a los pasajeros son insuficientes, y tomó fuerza la idea de instalar scaneres personales en todos los aeropuertos del planeta.
En los primeros días de este año, el aeropuerto de Ámsterdam encargó 60 instrumentos de este tipo.
Los sectores empresarios dedicados a la seguridad bailan en una pata. Son pocos los que producen estos aparatos y la mayoría están en EE. UU.
Un scanner personal cuesta aproximadamente 144.000 dólares, diez veces más que los actuales. Se estima que en todo el mundo se reemplazarán decenas de miles de scaneres, no sólo en las terminales aéreas.
Ya en EE. UU., en 19 aeropuertos de un total de 500 que tiene el país, se instalaron los “scaneres del desnudo”, de última generación.
¿Los pasajeros ya no podrán escabullir dólares o euros en las prendas íntimas?
¿Cómo se podrá compatibilizar el uso de scaneres del desnudo con el derecho a la privacidad? ¿No se afectan los “derechos fundamentales de los ciudadanos”?
¿Hasta dónde llegaremos en esta carrera tecnológica antiterrorista?
¿Algún día se pondrá más énfasis en mitigar las causas que en evitar los efectos del terrorismo?
¿Qué panorama tendremos, en este aspecto, hacia mediados de siglo?
Nelson Bigo 6/02/10
www.comoviviremosen2050.blogspot.com
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